Una rotura fibrilar consiste en una distensión/desgarro del tejido blando muscular debido a un estiramiento o elongación excesiva y repentina del tejido afecto. Se produce por sobrepasarse los limites fisiológicos del tejido.
Es muy frecuente cuando se realiza algún tipo de actividad física: fútbol, baloncesto, atletismo, etc, pero también tras un esfuerzo físico, como por ejemplo correr hacia el autobús, cuando el paciente presenta una vida sedentaria.
Signos y síntomas
- Síndrome de la pedrada o “signo del hachazo”. Paciente refiere sensación de que le lanzan una piedra.
- Pinchazo agudo.
- Impotencia funcional. Puede surgir incapacidad a la actividad deportiva realizada e incluso a la deambulación.
- Dolor.
- Inflamación.
- Hematoma, por rotura de vaso sanguíneo. A veces, no se cursa con hematoma si no existe rotura de vasos adyacentes.
- Contractura refleja perilesional como fenómeno de protección.
- En ocasiones, debito a la intensidad del dolor, se producen mareos, náuseas, sudores fríos, etc.
Los músculos que más sufren dichas roturas de fibras se encuentran:

Rotura miotendinosa del recto anterior del cuádriceps. Se estima un «Return to Play» de 6-8 semanas.
- Tríceps sural: gemelo interno, sóleo y gemelo externo.
- Isquiotibiales: bíceps femoral, semitendinoso, semimembranoso.
- Cuadriceps: recto anterior, vasto interno, vasto externo y crural.
- Aductores: aductor largo, aductor mayor, recto interno, pectíneo.
- Etc.
Existen múltiples factores de riesgo por las cuales se puede producir una rotura fibrilar:
- Fatiga muscular: exceso de la demanda que el músculo es capaz de soportar.
- Falta de elasticidad: acortamiento muscular, falta de rango de movimiento articular, etc.
- Descompensación entre grupos musculares agonista-antagonista.
- Antecedentes previos de roturas musculares.
- Traumatismo directo del rival en deportes de contacto.
- Enfermedades biomédicas, como por ejemplo, presentar diabetes.
- Mala planificación dietética tanto comidas como ingesta de agua.
- Descanso insuficiente: falta de sueño, exceso de entrenamiento, descanso inadecuado, etc.
Dependiendo del nivel de actividad física que realiza el paciente sería necesaria una prueba complementaria, cómo puede ser una ecografía musculo-esquelética y/o resonancia magnética nuclear donde nos ayudará a dictaminar el alcance de dicha rotura muscular y establecer pronósticos de recuperación.
Es interesante saber la historia natural de la lesión y saber en qué estadio nos encontramos, para ello, empleamos la siguiente clasificación de roturas musculares:
- Microrotura fibrilar o edema muscular: presenta un plazo de 2 a 3 semanas. Dependiente del tejido afectado, a veces es microscópica y no se ve en ecografía debido a que no existe perdida de continuidad de las fibras.
- Rotura de grado II: su plazo son entre 3 y 6 semanas dependiente de la localización. Surge con una alteración de la morfología del tejido existiendo una solución de continuidad.
- Rotura de grado III: es una rotura masiva del músculo donde se necesita una valoración quirúrgica. Su plazo se estima de 6 semanas hasta meses.
Es importante la valoración fisioterápica para conocer exactamente en qué punto estamos y seguir un tratamiento adecuado para la vuelta a la actividad deportiva de una forma suave y progresiva y sin recidivas.