La hernia discal es una de las causas más frecuentes de baja laboral en el mundo. En torno al 5% de la población de forma anual va a presentar hernia discal. De este pequeño percentil, solo el 10% va a intervenirse quirúrgicamente, el resto remite con tratamiento conservador. Sobre todo afecta a la población entre 25-55 años de edad.

La hernia discal consiste en la expulsión del núcleo pulposo qué presenta el disco intervertebral, disco que se encuentra entre las vértebras, debido a la rotura del anillo fibroso, pared del disco. Las zonas más comunes a padecer de hernia discal son las zonas más móviles de la columna vertebral, es decir, zonas entre la 4º y 7º vértebra cervical y entre la 3º vértebra lumbar y la 1º vértebra sacra.

Existen varios tipos de herniación:

  1. Desplazamiento.
  2. Protusión: pared del anillo intacta pero ligeramente incompetente.
  3. Extrusión: pared del anillo rota por protusión masiva intradiscal pero en contacto con el disco.
  4. Secuestro: pared del anillo rota por protusión masiva intradiscal que se ha separado del disco.

Dependiendo del tipo de herniación se puede producir el contacto con la raíz nerviosa derivando a lesiones neurológicas. 

El cuadro clínico de la hernia discal puede aparecer de forma insidiosa, es decir, de forma suave y progresiva o por un acto traumático, por ejemplo, en el gimnasio al realizar algún ejercicio con una técnica deficiente.

Dicho cuadro clínico se compone de:
– Dolor cervical o lumbar.
– Dolor hacia los miembros superiores o inferiores.
– Parestesias (hormigueo, adormecimiento, entumecimiento).
– Alteración de la fuerza.
– Alteración de la sensibilidad.
– Alteración en los reflejos miotendinosos.

Además, al toser y estornudar el paciente puede referir dolor y, en ocasiones, presentar incontinencia urinaria. Si se produce dicha incontinencia, visitar a un médico.

En cuanto a disfunciones de movimiento, por norma general, el paciente refiere mejoría tumbado boca arriba en la cama, posición de descarga. Sin embargo, el paciente refiere que empeora en situaciones de posiciones mantenidas en el tiempo, por ejemplo, de pie quieto y sentado de forma prolongada. 

Además, el paciente puede presentar impotencia a levantar la pierna hacia el cielo en posición tumbado. Imposibilidad de andar de puntillas y talones y rigidez en los cambios de posición, por ejemplo, de sentado a de pie. 

¿Cuales son los factores de riesgo? 

  1. Levantar objetos pesados.
  2. Obesidad.
  3. Higiene postural.
  4. Estilo de vida sedentario.
  5. Tabaquismo.

En cuanto a tratamiento tenemos que prestar atención y controlar los factores agravantes, posiciones o movimientos que agraven nuestra situación, cuando presentemos hernia discal para la rehabilitación y mejora de los síntomas.

La mayoría de los pacientes responden bien al tratamiento fisioterapeútico gracias a la terapia manual y ejercicio terapeútico y no es necesaria la intervención quirúrgica.