He tenido una torcedura de rodilla realizando mi deporte y me duele la parte interna de la rodilla, ¿Me he lesionado el ligamento lateral interno?  

El ligamento lateral interno pertenece a los cuatro ligamentos de la rodilla que permiten la estabilización de la misma y nos ayuda a limitar el movimiento de lado a lado de nuestra rodilla, movimiento de valgo/varo de rodilla así como las rotaciones. Esta incluido como uno de los dos ligamentos extra-articulares de la rodilla junto al ligamento lateral externo.

Por norma general, existe afectación de dicho ligamento cuando existe un mecanismo directo, una contusión, o de forma indirecta, nuestra rodilla es forzada más de lo previsto en algún giro/desplazamiento, al abrir mucho la pierna, etc.
Anatómicamente, este ligamento tiene dos haces, un haz superficial y un haz profundo que van a unir el fémur, cóndilo interno, a la tibia en la parte media de nuestra rodilla.

Los signos y síntomas mas comunes que vamos a presentar ante una afectación del ligamento lateral interno son:

  • Dolor en la cara interna de la rodilla.
  • Inflamación alrededor de la rodilla, sobre todo parte interna. 
  • Sensación de inestabilidad.
  • Sensación de “crujido” al traumatismo. 
  • Dolor al subir/bajar escaleras e incluso a la marcha normal.
  • Limitación a la flexión de rodilla e incapacidad al estirar del todo la pierna. 

En función del grado de afectación, se clasificará la lesión en tres grados:

  • Grado I: el paciente presenta inflamación leve-moderada con un dolor leve a las actividades de la vida diaria. 
  • Grado II: el paciente presenta pérdida de funcionalidad con dolor moderado-severo junto a inestabilidad e inflamación severa.
  • Grado III: existe inflamación, dolor severo, pérdida de la función de manera severa. 

Para conocer si existe afectación del ligamento lateral interno realizaremos una historía clínica donde seguidamente procederemos a una exploración física con una serie de tests ortopédicos y pruebas funcionales para determinar si existe afectación y como se encuentra el estado de nuestra rodilla. 

Se puede requerir alguna prueba complementaria, como la resonancia magnética nuclear, para conocer cuan afectado se encuentra nuestro ligamento.
A su vez, la ecografía musculo-esquelética también nos permite observar sí existe afectación y grado del mismo con mejor coste-beneficio. 

Me he realizado resonancia y tengo rotura del ligamento interno de la rodilla ¿Y ahora qué?

Hay que observar si es una lesión aislada (solo se ha afectado el ligamento interno) o si existe mas tejidos involucrados afectados (LCA, LCP, meniscos, edema óseo, etc.).
Imaginemonos que solo se ha observado daño en el ligamento interno, por tanto, nuestra lesión presenta mejor pronóstico. Se estima que los plazos biológicos para dicha afectación son de 4 a 8 semanas según tipo de afectación.

De esta manera, una vez realizado el proceso de evaluación nuestro programa de rehabilitación tendrá distintos objetivos según la fase en la que nos encontremos. 

Por ello, existirá una primera fase inicial donde buscaremos:

  1. Control del derrame articular.
  2. Recuperación de la movilidad articular.
  3. Activación de la musculatura. 

Una segunda fase en la cual se busca la funcionalidad de nuestra rodilla en las actividades de nuestra vida diaria.

  1. Conseguir la movilidad completa de rodilla.
  2. Recuperación de la fuerza muscular.
  3. Trabajo neuromuscular-propioceptivo. 

Y por último, una fase de “Return to Play”, es decir, vuelta al deporte donde nuestros objetivos serán:

  1. Ganancia de control neuromuscular exigente.
  2. Cambios de ritmo, desplazamientos, aceleraciones, desaceleraciones.
  3. Trabajo específico hacia el deporte.

Todo este proceso no es lineal y puede haber fases que se superpongan siendo, en este caso, el fisioterapeuta junto al médico quienes consideren, bajo criterios evaluativos, progresar en las cargas de trabajo. 

Junto a la rehabilitación tenemos que valorar posibles factores de riesgo de lesión, los cuales han podido ser factores contribuyentes a este suceso, como pueden ser:

  1. Factores biomecánicas
    1. Movilidad de cadera: una reducción de la movilidad de cadera puede suponer un trabajo excesivo de la rodilla, aumentando el riesgo de lesión.
    2. Movilidad de tobillo: una reducción de la movilidad de tobillo puede suponer un trabajo excesivo de la rodilla, aumentando el riesgo de lesión.
  2. Neuromusculares
    1. Ratio fuerza muscular cuadriceps/isquiotibial: una descompensación entre la fuerza muscular de la musculatura posterior del muslo respecto a la musculatura anterior puede suponer un factor de riesgo para futura recaída.
    2. Inhibición de la musculatura glútea: una baja activación o una fatiga severa de la musculatura glútea puede suponer un riesgo de lesión para nuestra rodilla.
  3. Factores extrínsecos
    1. Zapatillas: el uso de un calzado inadecuado puede suponer un factor de riesgo para una futura recaída.
    2. Terreno de juego.
    3. Climatología.

Por todo esto, es imprescindible realizar una rehabilitación y una readaptación deportiva de manera gradual y progresiva para garantizar la funcionalidad de nuestra rodilla al 100% y así poder disfrutar de nuestra actividad deportiva.